jueves, 17 de mayo de 2012

Sanos contrastes.


Me gusta mantenerme en forma.

Es necesario procurarse un cuerpo fuerte para cuando el alma está débil. Y la vida tiene otro color cuando se activan los músculos.

Salgo a correr. Every two days (dicho así en un guiño al corredor más constante que he conocido en mi vida). Suelo dejar un par de días de descanso para mis piernas. No quiero excesos que luego me impidan bailar.

Aunque me aventuro por otros, mi circuito más habitual parte desde mi calle, recorre un tramo de la Diagonal, incluye una vuelta a un par de parques de la ciudad y vuelta para casa. Estiramientos y ducha. Es una auténtica delicia. 

Ritmo lento el mío, 6'2 min/km. Los poco más de 7 kilómetros, en unos 45 minutos. Algo más rápido, si voy con mi hermana, que me hace sentir Rocky Balboa al final de la escalinata. Ella supera mi ritmo pero se acomoda. Un cielo.

No hay más pretensión que sentirme bien. Animada por ella, empecé a correr como terapia ante circunstancias especialmente tristes (ya veis como digo bien al llamar cielo a quien tengo por hermana). Me puse muy en forma entrenando por montaña y bosque.


Correr por ciudad es distinto. El asfalto es más duro. Los sonidos urbanos obligan a escuchar música. Para oírla en bosque no son necesarios auriculares. Pero es placentero. Igualmente es placentero. Cada vez más ligero el talón hacia el glúteo. Sabéis quienes corréis.



Madurita. Subo la media de las mujeres que corren por este circuito. ¿Será porque está cerca de la zona universitaria? La cuestión es que me cruzo con mujeres más jóvenes. Cierto es que estar rodeada de “más jóvenes” resulta ya muy sencillo. Los hombres son más variados. Gente de todo tipo… Divertido.


Siempre mona. Salgo a correr remona. Nada de cursiladas, auténtica. El glamour del tacón lo traslado a mis zapatillas voladoras. 


Y, aunque no es estética la motivación,  no está mal plantarle cara a la gravedad que hace estragos. A cierta edad, si no llegan a la rodilla es porque no se ha alcanzado la 90. Es posible que solo me entendáis las mujeres. Si algún hombre quiere aclaración, que pregunte.


Otro ejemplo. Chicas, ¿habéis hecho la prueba de las “pitas, pitas”? Os explico. Venga, un ejercicio: A ver, ¿cómo les echas de comer a las gallinas? Al hacerlo, di “pitas, pitas”. Mira tu brazo. ¿Qué se te mueve?
¡Ay, niña, la gravedad! Que sí, que mientras te preocupas del tradicional “culoteta”, ella, traicionera y por detrás, se ensaña por donde menos te lo esperas.


A lo que iba. Esa (yo) tan mona, de natural, como decía, que no me cuesta esfuerzo, de repente … ¡jchu!. Escupitajo, sí. Que la saliva se acumula, oye. ¿Qué voy a hacer? ¡Jchu! Me miran: “¿Qué miras? Me sobra saliva ¿Qué quieres? Al árbol no le pasa nada por un poco más de agua. Tu perro aligera ¿no? Pues yo escupo. ¡Y no enseño nada!”.


¡Era eso! No era el asfalto, no eran los pájaros ni el olor. Me costó ponerme en forma en Barcelona. ¡Era el pudor! ¡La buena educación de las féminas de mi generación! Lo descubrí, me decidí… ¡lo superé!


Entiendo que es un contraste. Pero qué sano. Me siento gacela libre y veloz.
Al tanto ¿eh?, que requiere entrenamiento. Es todo un arte lo de escupir en carrera, sin perder el ritmo. A quien quiera, doy clases for free.


¡Uf! Nunca pensé que me haría tan feliz soltar un salivazo.


A las mujeres que se saben quitar el corsé.
Las risas para OA, AA y LZ, tres princesas deportistas de mi vida.

2 comentarios:

  1. Jejeje... que paz te da el deporte! y qué felicidad. A mi me la da. Fíjate, aunque yo "soy de secano", y se me reseca la boca, sí es cierto que, leyéndote, me he reconocido en varios momentos. Y... mira tú por dónde que: unos me han emocionado y otros me han hecho reír. Alguien me dijo una vez... "conseguir en una misma película que el público que la ve ria y a la vez se emocione, no es tarea fácil". Pues date cuenta que, leyéndote, tú has conseguido, en estas pocas líneas, ese contraste de emociones en mi.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta confirmar que tenemos más en común. Me reí mucho escribiendo este post. Me alegro de compartir, además, las risas.
    La emoción se despierta por cuestiones más personales. La satisfacción de ganar el reto que uno a uno mismo se marca puede ser un motivo muy especial para los deportistas. Para las mujeres, romper estereotipos constituye uno de los grandes retos ¿no? Lo escrito ni tan siquiera es caricatura. Gracias, Tuidad.

    ResponderEliminar

Encantada de leer lo que opinas.